Quackers la Pata Feliz



$ 2.49 Usted puede comprar este libro en cualquiera de las 8 combinaciones de idiomas, los libros serán entregados en 24 horas desde la recepción del pago.
Elija los idiomas

Quackers la Pata Feliz vivía en el Bosque de la Diversión con sus amigos el Perro y la Oveja.

Quakers estaba siempre feliz, sin importar lo que pasara.

Si llovía, Quackers estaba feliz porque la lluvia le hacía cosquillas en su cola y ella podía chapotear en los charcos.

Si el sol brillaba, Quackers estaba feliz porque calentaba sus plumas y creaba hermosos rayos de luz en el Bosque de la Diversión.
Quackers estaba feliz jugando con sus juguetes, pero todavía seguía feliz pese a que sus juguetes se arruinaran ya que eso significaba que tenía que visitar a su amigo Mr. Tiger el que arregla los juguetes.

Un día Quackers se despertó con una idea súper feliz: ¡tal vez podría ayudar a otros animales a ser felices como lo era ella! 
 Ella comenzó con la Ardilla Gruñona.

Esa mañana se escondió enfrente de su casa hasta que él salió y luego ella hizo tres volteretas justo atravesando su jardín.

Quackers no era muy buena con las volteretas, así que se veía como un tornado amarillo a toda velocidad por el bosque, dejando una ráfaga de plumas a su paso.

Cuando la Ardilla Gruñona miró sus volteretas terribles se puso a reír tan repentinamente que la leche que estaba bebiendo ¡salió rociada por su nariz!
 Luego Quackers se encontró con Freddie el pez del ceño fruncido.

Colocó ella tres monedas en cada uno de sus pies y tan pronto como Freddie nadó en la corriente Quackers comenzó a bailar tap en la playa guijarrosa.

Los patos son por lo visto los peores bailarines de tap ya que sus pies son demasiado grandes para hacer tap como se debe, pero Quackers bailó hasta que una de sus monedas voló de su pie y la golpeó ¡justo en la cabeza!
Freddie no podía parar de fruncir el ceño puesto que era un pez de ceño fruncido para empezar, pero sí hizo lo mejor que pudo dando vuelcos en el agua de tal suerte que su ceño estaba al revés y al menos de esa forma parecía que estaba de hecho sonriendo.



















Quackers estaba tan feliz con su éxito hasta el momento que decidió sacarle una sonrisa a Camila la vaca quejumbrosa.

Camila estaba en medio de una larga sarta de quejas cuando Quackers llegó al pasto, pero Quackers marchó justo por encima y la interrumpió con una canción.
 Quackers tenía una voz demasiado como de pato y los patos no son muy distinguidos por sus destrezas musicales, así que Camila fue tomada por sorpresa por la pata que la interrumpió con tal barullo y de inmediato paró de quejarse.

Quackers terminó su canción dedicada a Camila “.  .  .  CAAAAmillllllllAAAAAla VaaAACCAAaaaa” y Camila no pudo evitar sonreír para oír su nombre que era cantado de una forma tan desastrosa.
 A la mañana siguiente cuando Quackers se despertó, algo cómico pasó.

No saltó de la cama cantando canciones divertidas.

No hizo volteretas en el baño, o se abalanzó hasta la cocina.

Se puso su bata y camino afuera para sentarse en frente de su porche delantero sin sonreír ni siquiera una vez.

El Perro y la Oveja vinieron a ver por qué no estaba ella ya bailando por la pradera y la hallaron sentado toda triste frente a su casa.

“Creo que perdí mi felicidad”, suspiró Quackers.

“Patrañas”, dijo la Oveja.

“Ridículo”, dijo el Perro.

“¡Imposible!”, chirrió un pájaro desde un árbol cercano.

Quackers trató de sonreír pero sólo logro levantar sus cejas.










Alarmado, el Perro y la Oveja tramaron un plan.

La Oveja se sentó tranquila con Quackers mientras el Perro desapareció en el bosque.

Un poco más tarde regresó con la Ardilla Gruñona, Freddie y Camila.

El Perró contó hasta tres, “¡Uno… Dos…. TRES!” y Camila comenzó a cantar una horrible canción mugiendo entretandoFreddiesaltaba desde el tazón de agua que llevaba el Perro y comenzó a bailar tap.

La ardilla Gruñona luego sorprendió a todos al hacer una parada de cabeza espectacular.
Las cejas de Quackers se levantaron como antes, pero esta vez movieron hasta el rabillo de los ojos también.

Sus ojos hicieron lo suyo hasta curvarse en una sonrisa y antes que pudiera darse cuenta ya estaba riendo y dando rodando el suelo de un lado a otro con carcajadas: ¡una vaca cantando, un pez que baila tap y una ardilla gimnasta!

“Si iluminas el día de los demás, no puedes evitar que ilumine tu propio mundo por igual, Quackers”, observó la Oveja con sabiduría.

Quackers, el Perro y la Oveja aplaudieron al trío de creadores de felicidad antes de chapotear felices en la corriente del río para un juego de pececillos.